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19 ago 2009

Mi niñez — Joan Manuel Serrat

Ahora un recuerdo de Joan Manuel Serrat. Más amplio que el de Machado, ya que se pasea por el transcurrir del tiempo: "Era un bello jinete / sobre mi patinete, / burlando cada esquina / como una golondrina, / sin nada que olvidar / porque ayer aprendí a volar". Creo que estos versos condensan muchas imágenes en la brevedad de su enunciación. Por el lado superficial, dibuja una escena que muestra la finalidad de uno de los juego preferidos por todo niño y niña: la velocidad; sea en patinete, bicicleta o a pie. ¿Quién no se sintió un liviano y esquivio Aquiles? Por otra parte, y ya hacia una reflexión más profunda, esta aquello tan intrínseco a la niñez: la inocencia. No tenemos nada que olvidar, pues aún no debemos saber nada; solo un camino que hay que comenzar a andar para aprender. Porque la niñez es un mundo que solo comprendemos una vez que ya somos adultos (¿no sabes lo que tienes hasta que lo has perdido?) y aunque intentemos aferrarnos a él, es imposible volver a habitarlo. Creo que ni siquiera en la forma espiritual, de la que muchos hablan. Eso ya no es la niñez, es evasión. Se puede ser joven de espíritu, pero no niño. Es imposible volver a la sana ignorancia de la niñez y su pureza espiritual y mental, volando libre y ligero como la golondrina que fue Serrat.


Mi niñez

Tenía diez años y un gato
peludo, funámbulo y necio,
que me esperaba en los alambres del patio
a la vuelta del colegio.

Tenía un balcón con albahaca
y un ejército de botones
y un tren con vagones de lata
roto entre dos estaciones.

Tenía un cielo azul y un jardín de adoquines
y una historia a quemar temblándome en la piel.
Era un bello jinete
sobre mi patinete,
burlando cada esquina
como una golondrina,
sin nada que olvidar
porque ayer aprendí a volar,
perdiendo el tiempo de cara al mar.

Tenía una casa sombría,
que madre vistió de ternura,
y una almohada que hablaba y sabía
de mi ambición de ser cura.

Tenía un canario amarillo
que sólo trinaba su pena
oyendo algún viejo organillo
o mi radio de galena.

Y en julio, en Aragón, tenía un pueblecillo,
una acequia, un establo y unas ruinas al sol.
Al viento los ombligos,
volaban cuatro amigos,
picados de viruela
y huérfanos de escuela,
robando uva y maíz,
chupando caña y regaliz.
Creo que entonces yo era feliz.

Tenía cuatro sacramentos
y un ángel de la guarda amigo
y un "Paris-Hollywood" prestado y mugriento
escondido entre mis libros.

Tenía una novia morena,
que abrió a la luna mis sentidos
jugando los juegos prohibidos
a la sombra de una higuera.

Crucé por la niñez imitando a mi hermano.
Descerrajando el viento y apedreando al sol.
Mi madre crió canas
pespunteando pijamas,
mi padre se hizo viejo
sin mirarse al espejo,
y mi hermano se fue
de casa, por primera vez.

Y ¿dónde, dónde fue mi niñez?

Joan Manuel Serrat: Mi niñez, 1970.

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