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24 oct 2009

Cuarto solo — Alejandra Pizarnik

Recuerdo cuando niño que el ventanal de mi pieza tenía una cortina de encajes. Alguien la había tejido en un tiempo pasado y mi madre la recicló para apaliar nuestra estrechez económica. Estaba armada con gruesas cadenas de hilo retorcido y diferentes tipos de nudo. En la parte superior, donde iban los ganchos, el tejido formaba un artesanal friso con formas circulares a crochet. Recuerdo que, entrada la primavera, mi madre dejaba esta cortina sin visillo, a fin de refrescar un poco las calurosas noches del verano que ya se hacían sentir. En esas mismas noches, solo, acostado de espaldas, me entretenía mirando las diversas formas que la cortina le daba a la luz que entraba por la ventana y que se reflejaban en el techo, en las paredes opuestas al ventanal y en mi cubrecama. Pasaba horas mirando y descifrando aquellas misteriosas formas que además se combinaban con el movimiento de las ramas de los árboles de la calle. No sentía miedo. Tampoco en las noches de invierno cuando soplaba el viento y la oscuridad era mayor, pero de igual modo se traslucían extrañas siluetas a través de la cortina. Entonces, el miedo solo aparecía cuando no comprendía el significado de esas extrañas sombras contra el muro.


Cuarto solo

Si te atreves a sorprender
la verdad de esta vieja pared;
y sus fisuras, desgarraduras,
formando rostros, esfinges,
manos, clepsidras,
seguramente vendrá
una presencia para tu sed,
probablemente partirá
esta ausencia que te bebe.

Alejandra Pizarnik: Obras completas. Poesías y prosas. Buenos Aires: Ediciones Corregidor, 1990.

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