Continúo conversando con mi amigo Jorge acerca de lecturas que se cruzan y dialogan. Incluso él mismo creó un notable microcuento a partir de Mensaje. Lo que me hace recordar el diálogo que José de la Colina establece con Augusto Monterroso: la intertextualidad funcionando a nivel micro.
El dinosaurio
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Augusto Monterroso: Obras completas y otros cuentos. Barcelona: Editorial Anagrama, 1998.
La culta dama
Le pregunté a la culta dama si conocía el cuento de Augusto Monterroso titulado "El dinosaurio".
—Ah, es una delicia –me respondió–, ya estoy leyéndolo.
José de la Colina: Relatos vertiginosos: antología de cuentos mínimos (Eduardo Galeano, comp.). Buenos Aires: Alfaguara, 2000.
Dice Yasunari Kawabata, en su novela Lo bello y lo triste -no cito literalmente por no tener a mano el libro-, que el tiempo se asemeja a un río largo e irregular. Su cauce, como el tiempo, tiene un ritmo universal definido y constante, así como un trazado previamente marcado, irrevocablemente determinado. Sin embargo, en según qué tramos el río frena su avance debido a lechos de rocas o a presas o a la estrechez del camino, mientras en otros es salvaje e impetuoso. El tiempo, para cada persona y cada situación vivida, pasa según los ritmos particulares de cada cual: hay quien lo vive como si estuviera en mitad de un remolino vertiginoso, y hay a quien la pena o la impaciencia le hacen nadar en aguas tranquilas y mansas.
ResponderEliminarMientras el cuento de Monterroso estalla como un fuego de artificio (fugaz, efectista) dentro de la mente del lector, la vida en torno al cuento fluye con otro biorritmo, casi con ironía, la suficiente como para que una dama ociosa se pueda permitir permanecer en un estado de lectura latente de un relato que ya explotó infinitas veces y que sigue y seguirá haciéndolo por siglos y siglos.
Para mí, el diálogo es un encuentro irónico entre dos percepciones distintas de un mismo tiempo, una confirmación de que hombre y Naturaleza pueden convivir juntos gracias a esa dualidad mágica que permite que cada cual perciba y marque su propio orden interior y se imbuya, a la vez, de la armonía universal que puede abarcar todas las variantes posibles de cadencias y tempos humanos.
Es, grosso modo, como el ritmo 3/4.
Al parecer, es una gran verdad que el último libro que hemos leído influye en nuestras lecturas más cercanas (porque según leí en tu blog, Lo bello y lo triste lo leíste hace muy poco), cosa que en muchas ocasiones he podido comprobar. Sin ir más lejos, anoche estaba releyendo La burla del tiempo, de Mauricio Electorat, y me encontré con un fragmento, que lo recordaba vagamente, y que sigue la reflexión que tú presentas, pero que se relaciona con el tiempo que cada uno necesita para asumir la muerte de un ser querido, para reconstruir la realidad con esa ausencia.
ResponderEliminarTiempo y espacio construidos y ordenados por la conciencia del ser humano. En el microcuento La culta dama: el hombre que pregunta por una lectura que en su realidad ya fue y cuyo sentido se encuentra delimitado, envasado y almacenado, en un espacio de su conciencia. La culta dama, la ambigüedad: ¿es acaso la singularidad que permite lo breve de El dinosaurio que, con solo enunciar su título, permite a quien lo conozca reactualizar mentalmente su lectura en el mismo tiempo y espacio de su evocación? ¿Entonces, mientras la dama señala "ya estoy leyéndolo", se está refiriendo al ejercicio de lectura que está realizando en ese mismo tiempo en que enuncia su respuesta? ¿O es acaso que ciertamente se trata de una dama ignorante, tildada de culta por ironía, a la que nosotros ahora le estamos dando el beneplácito de haber encontrado una respuesta demasiado inteligente? ¿Y si elaboró conscientemente esta respuesta, aun siendo ignorante, pero conocedora de los recodos hermenéuticos que permiten el tema propuesto por su interlocutor ? En este último caso, no me atrevería a jugar ajedrez con ella.