La mariposa, esa figura de la ligereza, del amor y del caos. ¿Cuánto no se ha escrito sobre su gracia o sobre los efectos que puede causar su aleteo? García Lorca le ofrece unos versos juguetones, impredecibles y vacilantes como su mismo vuelo. También es de admirar la metáfora que utiliza para describir el colorido de la mariposa: "luz del candil". Fino y simple; una imagen limpia.
Mariposa
Mariposa del aire,
qué hermosa eres,
mariposa del aire
dorada y verde.
Luz del candil,
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!
No te quieres parar,
pararte no quieres.
Mariposa del aire
dorada y verde.
Luz de candil,
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!.
¡Quédate ahí!
Mariposa, ¿estás ahí?
Federico García Lorca: La zapatera prodigiosa. Madrid: Alianza Editorial, 1997.
Eu próprio já escrevi uma poesia em que falo de mariposas. Se quiser ver segue aqui o link:http://rb-covo.blogspot.com/2011/02/mariposa.html#axzz1FvJR29Op
ResponderEliminarEspero que te guste! Abraço.
Hola, amigo.
ResponderEliminarTu poema me recordó el poema "Gusano" de Manuel Rojas. Guarda relación con tu texto en que ambos hablan de la belleza, de la fragilidad y de lo inasible que es el alma: como el vuelo impredecible de la mariposa. Sin embargo, tu poema pone énfasis en una desmitificación de la muerte, al aludir al mito católico.
Aún no he vuelto a publicar en el blog el poema de Rojas, por lo que te lo adjunto en este comentario. Espero que también lo disfrutes.
*Gusano*
Lo mismo que un gusano que hilara su capullo,
hila en la rueda tuya tu sentir interior;
he pensado que el hombre debe crear lo suyo,
como la mariposa sus alas de color.
Teje serenamente, sin soberbia ni orgullo,
tus ansias y tu vida, tu verso y tu dolor.
Será mejor la seda que hizo el trabajo tuyo,
porque en ella pusiste tu paciencia y tu amor.
Yo, como tú, en mi rueca hilo la vida mía,
y cada nueva hebra me trae la alegría
de saber que entretejo mi amor y mi sentir.
Después, cuando mi muerte se pare ante mi senda,
con mis sedas más blancas levantaré una tienda y,
a su sombra, desnudo, me tenderé a dormir.
Manuel Rojas: Tonada del transeúnte. Santiago de Chile: Ed. Nascimento, 1927.